Estos dos años tan duros que hemos vivido todos, hicieron que el Ironman de Frankfurt 2021 haya sido uno de los más especiales en los que he participado.
Llegaba a Frankfurt con más dudas que nunca, solo Kona 2016 lo superaba. A finales de Junio empezaron mis problemas de soleo, 20 días antes del Ironman me lo volví a romper de nuevo. Llegué a plantearme no correrlo, pero hablando con la gente que quiero, me animo a lucharlo hasta el final. Saliendo en bici con mucho dolor, nadando con los pies atados para no patear y pegándome con la elíptica para superar mentalmente estar el máximo tiempo posible con un dolor punzante. Viajes a Alcoy para tratarme con el que para mí es uno de los mejores fisioterapeutas del planeta, Jordi Reig y su clinica Fisioreig.
Y así me plante en la linea de salida, con la ilusión de un niño y con las ganas de demostrarme que lo podía hacer una vez más. Nervios, ganas, miedo, risas… Eso que sientes tan especial en boxes. Cuando te pones en la fila de salida, piensas en los tuyos, en la gente que está cerca y en los que a distancia también lo están.
Oyes el himno nacional alemán, un escalofrío recorre tu cuerpo…Un IRONMAN con letras gigantes, que hace que te tiemble el corazón.
Agua: Salida rolling star, salgo corriendo hacia el agua con el grito de guerra. Primeras brazadas fuertes para coger ritmo, todo bien hasta que en la segunda boya de giro el sol da de cara y orientarse se hace muy difícil. Ya en la segunda vuelta, intento meter una marcha más y me marcho del grupito donde iba. Salgo del agua contento, en tiempo que quería y sin gastar mucho. La T1 es muy larga, el neopreno sala fácil y cuando me quiero dar cuenta estoy dando pedales.
Bicicleta: Salgo bien colocado, con buenas sensaciones, vatios en su sitio y velocidad alta. Hay mucho tráfico de triatletas y hasta el km 20 no esta el primer repecho, subo un poco por encima de mis vatios disfrutando la subida y consigo marcharme del tráfico que hay. Alrededor del km 50, un grupo muy grande me engulle, los chupa-ruedas hacen su aparición y los jueces van sancionando a gente, pero muy lentamente. Con el paso de los kms el grupo se va rompiendo y solo somos 4 los que nos marchamos, siempre guardando las distancias.
Es la 3° vez que hago Frankfurt y el recorrido lo han modificado bastante, repechos cortos pero del 10% hacen que vayan mermando las fuerzas. Poco a poco voy llegando al final de la bici, sigo con los vatios marcados por mi entrenador, las piernas van muy enteras y de un salto estoy corriendo por la T2, miro mi Garmin y han salido 184kms. T2 la hago lenta, ya que me pongo medias de compresión para contener el soleo y prevenir.
Maratón: Correr… Qué sensación tan grande me provoca, sonrío sin darme cuenta (hacía mucho tiempo que no lo hacía). Voy muy controlado, vatios, pulso, ritmo… Hace que el plan vaya perfecto. Me cantan la posición, solo tengo que correr como sé y todo saldrá bien, me voy repitiendo una y otra vez. En el kms 12 llevo una ampolla que esta haciendo de las suyas, paro, me coloco la media y sigo. El ritmo va en su sitio y voy disfrutando de la carrera… Km 14, vuelvo a sentir esa pedrada en el soleo. No puede ser, me digo una y otra vez, no puede ser. Comienzo a andar, no sé ni que pensar, intento correr como puedo, lo consigo durante 3kms más, pero me es muy difícil pensar que tengo por delante 25kms más con este dolor. Lloro, grito, maldigo, llego hasta vomitar de los propios nervios… Levanto la cabeza y miro donde estoy, soy un privilegiado por estar aquí, corriendo uno de los Ironman más grandes del mundo. Tengo que acabar por respeto a este Ironman, por respeto a mi entrenador Carlos Aznar, por todo lo que he trabajado este año, por mis hijos (les dije que pasase lo que pasase les llevaría la medalla de finisher), por la marea azul de Desam, por mi buen amigo Mauri…
Ando kilómetro a kilómetro, paso a paso. Mentalmente es lo más duro que he hecho, pero en ningún momento se me pasa por la cabeza retirarme. Bebo en algún avituallamiento, ni geles, ni pastillas de sal, ni nada, solo quiero dejar de andar. Me digo que a meta entro corriendo cueste lo que me cueste, Km 42 y arranco a correr como puedo. La meta de este Ironman es increíble, solo una la supera y este año no podré cruzarla.
En meta me esta esperando David, mi amigo y compañero de batallas, el cuál me dice que ha conseguido sueño, rompemos a llorar abrazados. Es el camino, la disciplina, la constancia, lo que ha logrado que lo consiga. Me alegro más que si lo hubiese conseguido yo.
Lo mejor de este Ironman es que vacié el bolsillo de mi corazón de las cosas malas y solo me quede con lo bueno. Los recuerdos, las personas, los instantes que te dejan sin aliento, te pueden hacer volar.
He tenido que resetear mi cabeza este tiempo, tuve que tirar mucho de ella en la carrera y me pasó factura. Con la vista puesta ya en 2022 y deseando representar a este equipo como se merece, mi corazón es azul.
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