No es nada fácil escribir una crónica sabiendo que no has llegado a cruzar la línea de meta, y menos aún cuándo nunca había abandonado una prueba deportiva, pero siempre me ha gustado sacar cosas positivas de todo (aunque hoy en día todavía me cuesta verlas.)
Siempre se dice que podía haber rodado mas kilómetros en la bici o meter más a pie, estar más fino, pero si soy sincero conmigo mismo yo sentía que había entrenado todo lo necesario para terminar la prueba. Tal vez hubo detalles que nadie te puede comentar hasta que te estrellas con ellos.
Todos sabemos como es Embrun, algo precioso, pero cuando estas allí de noche esperando el bocinazo te das cuenta que es algo que solo vivirás allí. Salida a la antigua todos a la vez (ya os podéis imaginar) pero en cuanto encontré mi sitio la natación fue mucho más cómoda, comencé a darme cuenta de que el calor sería algo presente durante el día, ya que cada vez que apretaba me asfixiaba.
Acabé el sector en 1:01h, lo cual no esta nada mal para no ser nadador. Quitarme el neopreno fue una sensación increíble, echaba literalmente humo, tanto el como yo. Eran las 6:57 y ya había 23 grados.
La bicicleta es dura de principio a fin, no existe tramo donde vayas cómodo, pero solamente las vistas ya compensan un sufrimiento tan grande. Coronar el Izoar a 2400 metros es algo indescriptible, aunque en su ascenso empecé a tener sensaciones raras (dolor de cabeza y falta de concentración). Estaba claro que para un chico de Gijón que vive a 0 metros la altitud fue un lastre grandísimo (una de las cosas básicas que se ha de entrenar para venir a este Ironman). Completé el sector de bici en 7:30 lo cual no estaba nada mal para mí pensando que en lo alto del Izoar mi Garmin me marcaba 30 grados y al dejar la bici en la T2 marcaba 36. ¡¡Qué soy del norte!!
En los primeros kilómetros de la maratón ya fui consciente de que mi cuerpo y cabeza iban por separado. El dolor de “tarro” ya era algo a lo cuál ya me había acostumbrado pero iba ido; no era capaz de fijarme en un objetivo o tratar de olvidarme de todo y correr. El calor para mí era insoportable. Los avituallamientos eran una trampa (tenías que correr con un vaso en la mano para que te lo llenaran.) Fui capaz de correr la primera vuelta de unos 14 km pero al pasar por la transición puse fin a esta ida de pinza que llevaba. Un detalle que me sorprendió es que dos días después fui a correr por la zona del Ironman y no recordaba casi nada del paisaje. ¡Fue increíble!
Después de 15 días me arrepiento mucho de haberme rendido, pero es verdad que nunca me había enfrentado a un deterioro físico y mental así. Muscularmente estaba y estuve después de la carrera perfecto, hidratación y alimentación perfecta, pero bueno, de todo se aprende y volveré más sabio.
Quiero agradecer todo el apoyo de mis seres queridos, por supuesto también a mi familia deportiva del Desam Team, los cuales me hacen mejor deportista día a día pero por encima de todo mejor persona, ya que me han enseñado que la empatía por suerte no ha desaparecido de esta mier…. de mundo. No quiero olvidarme de resaltar la máxima calidad del tritraje Virklon con el que no tuve ninguna molestia tanto con su badana como la transpirabilidad con unas condiciones infernales. Por último, algo vital en un Ironman como es la alimentación fue maravillosa gracias a 226ers. Me quedo sin palabras tanto su Race Day como sus geles. Da igual que sabor y da igual lo calientes que estaban, fácil digestión y súper completos en su aporte de hidratos.
¡Ahora toca pensar en el 21 de noviembre de 2021 y su Ironman de Cozumel, donde estoy seguro que la crónica será diferente!